
Recital Chopin
Alexander Uninsky, piano
ca. 1952
Alexander Uninsky, que ayer por la tarde ofreció un recital íntegramente dedicado a obras de Chopin, es un pianista difícil de ubicar, porque participa de virtudes propias de los grandes instrumentistas y de debilidades cuya presencia contribuye en buena medida a disminuir el placer que pudiera sentirse al escucharlo.
Pianísticamente, Uninsky posee una variada gama de posibilidades, pero el piano en sus manos tiene poco poder de evocación. Le falta color en la medida que el color puede suscitar vibrantes descripciones. Su dinámica no es demasiado rica. Por arriba del "forte" el sonido es incisivo y hasta agrio. Pone en juego un apoyo del hombro y cierta rigidez de muñeca que no es el mejor camino para obtener sonidos redondos y bien calibrados. Por eso, cuando acentúa, el acento suena más a golpe que a genuino impulso. Y esto quiebra la unidad de la línea y el equilibrio del discurso. Sus versiones de Chopin mantinen ese vilento "rubato" que consiste en detener la fluencia rítmica en la última parte del compás. En consecuencia, la frase está presentada con un constante vaivén de "ritenutos" y "accelerandos" que resta valor al recurso expresivo.
En su recital Chopin tuvo momentos de auténtico equilibrio y fue un placer oírlo. Tuvo otros en que la música se movía por bruscos movimientos, y esto ya no es tan placentero.
Jorge D'Urbano,
ca. 1952
ca. 1952
2 comentarios:
Gracias por continuar publicando las críticas de D'Urbano. Es una manera de mantener viva la memoria para rendir homenaje a quienes fueron los grandes directores de orquesta y los grandes pianistas. Julio Nevoran
Sí, es cierto. Es una de las pocas formas que tenemos a disposición para recordarlos y también para que los más jóvenes los conozcan. Muchas gracias por seguirnos y nos honra contarlo entre nuestros lectores.
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