Damos por cierto que los círculos bien informados aceptan citar entre las grandes batutas del siglo 20 a Toscanini, Furtwängler, Kleiber, Klemperer, von Karajan y Busch. Y que ámbitos más dedicados o con mayor especialización agregan a Barbirolli, Beecham, Boult, Knappertsbusch, Krauss, Lehmann, Leinsdorf, Jochum, Cantelli, de Sabata, Gui, Böhm, van Beinum, Fricsay, Szell, Horenstein, Ormandy, Reiner, Monteux, Mitropoulos, Munch, Koussevitzky, Khondrashin, Mrawinsky, Stock, Dobrowen, Malko, Mitropoulos, Bernstein, Schuricht, Leitner, Swarowsky, Prohaska, Dorati, Inghelbrecht, Cluytens y algunos otros. Pero lo que no deja de asombrarnos es que muy pocos recuerden o conozcan a quien es objeto de este tributo.
Porque
RENE LEIBOWITZ (1913-1975) ha sido, a no dudarlo, otro de los muy grandes directores que podamos evocar grabaciones mediante. Polaco de nacimiento, él y su familia se establecieron en Paris en 1926. Estudió en Berlin con Schoenberg y en Viena con Webern, nada menos. Al regresar en 1933 a Francia se desempeñó como reconocido director, maestro, compositor y autor de importantes textos sobre el dodecafonismo. Al concluir la Segunda
Guerra Mundial dio rienda suelta a su vasta trayectoria como director, carrera que lo tuvo por treinta años en los estudios de grabación. Grabó mucho, es cierto; pero murió en plenitud a jóvenes 62 años.
Un CD del sello Preiser
con obras reeditadas difícil de
obtener en nuestras bateas .
Su autoridad en los clásicos es omnicomprensiva y su repertorio inmenso. Su discografía en dimensiones y en calidad es superlativa, aunque muchos de sus vinilos comerciales los hizo para sellos pequeños o colecciones por suscripción. Otros fueron mayormente editados por la RCA, básicamente en Francia y el Reino Unido.
Sí, debemos admitir que hasta en el repertorio convencional compite al más elevado nivel con los más grandes. Pujante en los tempi rápidos y profundamente reflexivo en los lentos, su gesto claro, su gran oído y técnica perfecta convierten a sus interpretaciones en muestras trascendentes del buen gusto y la erudición.
Puntos muy salientes de esa profusa discografía: las 9 sinfonías de Beethoven, Lélio de Berlioz, el Réquiem de Mozart, sinfonías de Brahms, Schubert y Mendelssohn, Ballo in maschera, Alceste, el Réquiem de Fauré, Bolero y Rapsodia española y mucho, mucho más.