Continuamos con nuestra serie "Grandes Damas del Piano". Sin que el asunto transite por cuestiones de género, evocaremos las historias de muchas mujeres que se destacaron como pianistas en el siglo pasado. Todas diferentes, cada una de ellas con sus atractivos irán desfilando por estas líneas intérpretes muy conocidas y otras hoy completamente olvidadas. Confiamos en que nuestros lectores sentirán el deseo de ir a los archivos y escucharlas atentamente. Se verán recompensados.

Realmente, no grabó tanto como sus condiciones y probidad merecían. Por ejemplo, recién hace
Hay muestras de su generoso sonido en grabaciones en vivo de los dos Conciertos de Brahms; o de su finura tocando una Sonata de Schubert o su célebre transcripción de Jesús, alegría del hombre. Sus grabaciones en vivo de los Conciertos 14 y 20 de Mozart con Walter son un ejemplo estilístico e instrumental. Grandes testimonios de su carácter beethoveniano: la Tercera Sonata para cello con Feuermann; el Tercer Concierto con Toscanini; las maravillosas versiones de las Sonatas 30 y 31. Su Concierto de Schumann (dos versiones, con Goehr y Schwartz) es ejemplar, así como los Estudios Sinfónicos. El Concierto KV271 en el Festival de Perpignan, una de las más bellas lecturas de la obra. Obras para piano solo no grabó muchas, salvo cortas o miniaturas. Pero en

Uno de los salientes registros ha aparecido por primera vez hace poco, con el Concierto KV467 de Mozart con bellas cadencias de su amigo Dennis Matthews. Y una rareza, una de las Danzas Eslavas de Dvorak con Hamilton Harty. Su Carnaval de Schumann es, sin dudas, de las más finas versiones grabadas de la obra. Stern en el Festival de Edimburgo, con la Segunda Sonata de Brahms, una de las Sonatinas de Schubert y la Décima de Beethoven. Este recital, por sí sólo, dice quizás tanto de Hess en este repertorio como su impar Quinteto de Schumann de Prades.

Las ediciones de APR con Myra en la Universidad de Indiana reflejan su aplomo y calidad cuando tocaba en vivo (lamentablemente se han preservado escasísimos registros suyos en sala). Contienen, entre otras gemas, una Sonata de Scarlatti como pocas veces se ha escuchado; una dramática visión de la Fantasía Op.49 de Chopin; una maravillosa Sonata D960 de Schubert; una bellamente escogida Suite de Danzas de este mismo autor, anunciada por ella; y otras joyas.
El plato fuerte para arrimarse a su arte, autoridad y personalidad es un film en blanco y negro con la Sonata Op.57 de Beethoven.
Myra Hess fue, sin dudas, la más grande pianista británica.
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