El temperamental Fricsay (1914-1963) nació en Budapest, estudió con Kodaly y Bartok y dirigió su primer concierto a los quince. Ya de niño era capaz de tocar cualquier instrumento de la orquesta salvo el arpa. Dirigió en Szeged de 1935 a 1945. Ese año

Sus máximos logros de una fonografía muy extensa son Orfeo y Euridice, Fidelio y Flauta Mágica, los clásicos ligeros vieneses y sus insuperados registros de Strawinsky, Kodaly y Bartok que sólo por su relevancia singular ponen a un lado a las grandes versiones de obras sinfónicas de los clásicos. Su técnica era inmaculada, su paleta luminosa y su temperamento pujante y mercuriano. Verlo ensayar El Moldava es una cátedra imperdible.
Guido Cantelli (1920-1956) fue mucho más que un protegido de Toscanini: fue quien nos permitió intuir al joven Toscanini que nunca escuchamos (pues hizo sus primeros discos a los 54 años) ya que el Maestro decía que el joven Guido le hacía acordar a su propia juventud. Pero Cantelli, además, tenía credenciales propias muy valiosas: técnica perfecta, paciencia ilimitada para ensayar y versatilidad estilística. Nunca un desborde temperamental sin control ni pozos de desinterés. Ese desgraciado accidente aéreo en Orly nos ha privado del talento más prometedor de la segunda mitad del siglo XX.
Nacido en Novara integró una banda de pequeño y cultivaba el órgano. Convocado al ejército en 1943 se rehusó a apoyar a los fascistas y pasó dos años en un campo de concentración en Stettin.

Puntos salientes de su discografía son los registros en vivo con la Filarmónica de New York y la NBC, omnicomprensivos e inspirados, verdaderos modelos de estilo e interpretación. Su Cosi fan tutte en vivo en La piccola Scala es definitiva. Su muerte le fue ocultada a su tutor Toscanini, que moriría a los 89 años, viejo, retirado y enfermo, dos meses después que su amado Guido.
1 comentario:
Puck, recorrer su excepcional y sorprendente blog es un placer por la especialísima selección de pianistas, directores, el contenido de las notas y la selección de las fotos. Agradecido, Julio Nevoran.
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