miércoles, febrero 01, 2006

Birgit

Los que nos apretábamos contra las barandas de paraíso parado esperábamos con la impaciencia casi insoportable que se reserva para las grandes ocasiones. En realidad todo el teatro compartía esa atmósfera eléctrica que hace que prácticamente nadie pueda estar quieto, y que nos hacía sentir mas ansiosos que de costumbre. Éramos muy jóvenes entonces, mediados de la década del sesenta, en la vida y en la música, y si bien adoptábamos la pose de presuntos entendidos (“no será para tanto, no debe estar igual”, etc.), no podíamos menos que envidiar a los que ya la habían escuchado (en el propio Colón o en cualquier otro teatro del mundo), y nos miraban con sorna, casi con pena “no tienen ni pueden tener ninguna idea de lo que es en vivo”.
“Tonterías” decíamos en público, con la soberbia de la juventud, no es acaso que hemos escuchado sus grabaciones, algunas tan notables como esa Decca de sonido milagroso, ¿qué gran diferencia podía haber?
«Turandot» no es solamente la obra maestra de Puccini. Es también una de las piezas líricas en las que mas tiempo hay que esperar a la protagonista. Ya se produjo un movimiento en la Sala (tan grande era la ansiedad) cuando ella (invisible desde el paraíso) apareció en la torre desde la que, muda, sellaba con un gesto el destino del príncipe de Persia. “¿La viste, la viste?” ninguno en paraíso había podido, pero Dios! Ya había salido al escenario, entones estaba todo bien, iba a cantar, no había problemas…
La espera fue larga…y no es que la función fuera mediocre …Previtali dirigía maravillosamente, la estable tocaba como la Filarmónica de Viena (qué grande que era la orquesta estable de las décadas del 60/70!), Uzounov tenía mucho volumen, un poco burdo, pero comparado con el resto (a mi nunca me gustó Corelli), y por dios!, esa española…que increíble la Liu, que timbre, que volumen, que fiato, que pianissimos! Qué noche señores! El debut de Monserrat Caballé, su primer gran éxito internacional!
La escena de Ping Pang Pong nos resultó insoportable, todos esperábamos “In questa reggia”, y a mi personalmente esa escena (la primera del segundo acto) siempre me parece lo menos grande de Turandot (aunque si la cantan ciertas voces…, escúchenlo a Corena en la grabación de Erede)…, fue mas tolerable la espera durante el interludio orquestal que sigue (por Previtali, poderosísimo y majestuoso), el mandarín, Calaf y el anciano rey, el coro de niños…y FINALMENTE! Apareció ELLA, todavía muda, en el medio de la rampa que había en la escena…apenas entreabrió su boca cantó «In questa reggia…» y TODA LA SALA EMITIO UN SUSPIRO, UN GRITO RETENIDO DE ESTUPOR! Y A PARTIR DE ESE MOMENTO MAGICO, UNICO, IRREPETIBLE, NUESTRA VIDA MUSICAL CAMBIO PARA SIEMPRE…
Un amigo mió se aferró desesperadamente a mi brazo, totalmente superadas sus barreras inhibitorias, ignoró todos los códigos del teatro lírico que tanto respetábamos, me sacudió y casi gritó “NO PUEDE SER!”, algunos lo chistaron, había quebrado el sacrosanto silencio exigido a rajatabla, pero casi todo el resto se dio cuenta que el sólo había verbalizado lo que todos sentíamos…que no podía ser, que una garganta humana no podía producir un sonido tan bello, tan puro, tan poderoso, sin forzarse… y era la primera frase del aria!...lo que siguió, esta registrado, en fuentes de bastante calidad, no podría ni siquiera intentar ilustrar lo que era escuchar a Birgit Nilsson en teatro, escúchenla, y tendrán una idea, pero, créanme, aunque suene trillado, remanido, exagerado, sólo será una idea de su grandeza…Birgit no podía ser registrada sin defigurarla, conocerla en vivo fue descubrir hasta qué punto la “Salomé” de Decca la traicionaba (como ella solía decir), ese inmenso volumen no podía preservarse porque creo que los sistemas de registro de entonces no podían reproducirla debidamente, especialmente en confronte con otros colegas…librada a si misma, eclipsaba al Bjoerling del 60, a la Filarmónica de Viena de Culshaw (Solti se limitaba a batutear para mi), a todo y a todos…Birgit fue IDOLATRADA, y es justo que así fuera, en el Colón, y ella retribuyó esa adoración reconociendo que nuestro teatro y su público eran quienes mejor la apreciaban en todo el mundo…caravanas de autos la iban a buscar a Ezeiza, y la acompañaban cuando se iba, tuvo que cantar en el aeropuerto el grito de la Walkyria de Bruhnilda, frente a una multitud que la adoraba. No era una soprano, era una fuerza de la naturaleza, así como se decía de Toscanini, que era una de las raras anomalías que justificaba la existencia y perduración de la raza humana, los de la década del 60 podemos afirmar eso de Birgit, señora en escena y fuera de ella, que ha tenido la dignidad, el respeto, de morir en la mas absoluta intimidad y recato, al punto que el mundo se enteró varios días después.
Suerte que estas vos, duende…al menos yo, un argentino orgulloso de serlo, puedo hacer todo lo público que vos permitís mi homenaje, que se que es el muchos…porque la kritica argentina…NADIE HASTA HOY HA ESCRITO UNA PALABRA DE RECONOCIMIENTO, RECUERDO Y RESPETO PARA BIRGIT, una de las mas extraordinarias artistas que haya dado la humanidad, y que tuvimos la suerte que cantara en nuestro templo…perdónalos gran soprano, por supuesto que no saben lo que hacen…que sigan creyendo que hacen análisis y extensión musical, que sigan queriendo convencernos que no exististe, que sigan produciendo excreciones salivares por seudo cantantes que abordan hoy (irrespetuosas) tu repertorio, pero que deben vender para mantener a sus corifeos…el público, la gente común a la que les cambiaste la vida, y que son aquellos para quienes cantabas, nunca te olvidarán y cuando todas las estrellas actuales hayan desaparecido, vos y Kirsten Flagstad, y Frieda Leider seguirán dando cátedra de canto. Hasta siempre Birgit…hasta que ponga el próximo CD…te quiero mucho, vos me convenciste que lo imposible, es humano y esta al alcance de la mano.

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