sábado, diciembre 20, 2008

El Colosso de Odessa


DAVID OISTRAKH (1908-1974) ha sido un inmenso violinista con una ética musical singular. Nacido en la tierra que dio a uno de los formadores más insignes de ese instrumento, Leopold Auer, y a una pléyade encabezada por Heifetz y Milstein seguida de decenas de colegas ilustres, OISTRAKH nació en Odessa- cuna de grandes- y murió en Ámsterdam. Estudió con Stolarsky en su ciudad natal graduándose en 1926, año en que ejecutó el Concierto de Glazunov en Kiev con la dirección del compositor mismo. Dos años después fue a Moscú y comenzó a enseñar en el conservatorio.
Su nombre saltó a la gran fama al obtener el Premio Reina Elisabeth de Bruselas en 1937, primero entre 68 violinistas de 21 países. En 1953 tocó en Paris y Londres con gran éxito: aunque cueste creerlo, le vetaban la salida al extranjero a pesar de que no mostraba signos de disconformidad con la sangrienta tiranía comunista... ¿miedo a que desertara un notable?. Eran los tiempos en que cada artista que salía en gira de la Unión Soviética era seguido hasta los camarines de los teatros por un bulldog de la KGB eufemísticamente disfrazado de empleado cultural de su embajada. Debutó en los EEUU en 1955 con suceso singular, apareciendo en recitales y con las mayores orquestas. Destacaba la crítica su gran técnica y la versatilidad y fidelidad estilísticas. Muchos compositores de su país se beneficiaron con sus consejos, entre ellos Prokofiev y Shostakowitsch. Tuvo muchos buenos alumnos, el primero de ellos su hijo Igor(1931) con el que actuó seguido e hizo grabaciones.
OISTRAKH hizo muchas grabaciones en estudio y en vivo, de recitales, música de cámara y con orquesta. Destacan en su legado el integral de sonatas de Beethoven con Oborin, las sonatas de Mozart con Badura Skoda, conciertos de grandes maestros con grandes directores como Klemperer y Kletzki (por citar solamente a dos), el integral de conciertos de Mozart tocando y dirigiendo la Filarmónica de Berlin; y los legendarios registros con Richter y tríos con Knushewitzky y Oborin.
Entre los muchos films que se le conocen, recomendamos el Triple concierto de Beethoven, en blanco y negro, con Roostropowitsch, Richter y Khondrashin.

Curiosidades, inventos y fabulaciones sobre Concursos de piano

Muchos pianistas se dedican a la enseñanza. Algunos faltan a la verdad a la hora de contar su propia historia en Concursos.
Para poner en blanco y negro sin mistificaciones ni fábulas el papel de pianistas argentinos en diferentes concursos a través de la historia, presentamos esta series cuya información es la oficial que suministra la Federación Internacional de Competiciones Musicales de Ginebra. El signo (*) indica que no hay constancias de que se haya presentado, aunque sí de su inscripción.


Concurso “Federico Chopin” de Varsovia
Eliminados en 1ra. Prueba: ZENON FISHBEIN (1955), EDITH MURANO(1960), SUSANA HUSSON (1970), IVAN CITERA (1985).
Eliminados en 2da. Prueba: SUSANA HUSSON (1965), RAUL E. SOSA (1965)
LAUROS:
MARTHA ARGERICH (1965) primer premio.


Concurso L. Sigall de Viña del Mar
Eliminados en 1ra. prueba: OSCAR VETRE (1978) resultado no confirmado en n/fuente, JORGE OTERO (1982), FEDERICO ALDAO(1987)
LAUROS:
SILVIA NATIELLO (1974) tercer premio



Concurso “Dino Ciani” de Milán
LAUROS:
HECTOR D. RIVERA (1977) segundo premio compartido


Concurso de Ejecutantes de Música de Ginebra
Eliminados en la 2da. Prueba: SUSANA HUSSON(1963)
LAUROS:
ZENON FISHBEIN (1954) mención, MARTHA ARGERICH (1957) primer premio, SUSANA HUSSON(1964) medalla.
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Fuente: International Piano Competitions by Drs. Gustav A. Alink published by CIP-GEGEVENS KONINKLIJKE Bibliotheek, Den Haag, 1990 ISBN 90-72579-04-6

Demócratas y autócratas en el podio


El director de orquesta no debe ser tirano, pero hay que aceptar que es un individualista. Como un tenista, puede participar de o en un equipo pero las decisiones le pertenecen. Puede consultar pero debe resolver. De ahí que suene a injusticia hablar de tiranos de la batuta.
Este año se conmemoró el centenario del nacimiento de Herbert von Karajan. Puck se ocupó del asunto : [Centenario del nacimiento de un gigante].
Conociendo la vida y carrera del ilustre salzburgués podemos decir que, posiblemente, fue el último autócrata de la batuta (el que le quiso hacer tocar a Lipatti el Concierto de Schumann a su modo, a lo que el rumano no accedió). Esta tipificación da lugar a unas líneas digresivas sobre el tema.

El siglo 19 marcó en gran parte la tiranía de los cantantes (en los teatros de ópera) y de los supervirtuosos como Paganini, Liszt, Tausig y otros. Hubo tres figuras emblemáticas que comenzaron una suerte de autocracia de los directores como reales figuras al comando de conciertos y óperas: Toscanini, Mahler y Richard Strauss. Ellos insistieron (¡y lograron!) que el espectáculo tuviese un spiritus rector al mando. Basta, cantantes, de calderones interminables para lucir el fiato. Basta, cantantes, de bisar arias en el medio de una ópera alterando la tensión de la trama. Basta, solistas, de deformar tiempos, dinámicas y textos originales.
También se exageraron muchos temas. Es cierto que Toscanini prohibió bisar arias y exigió que se apagara la iluminación de la sala durante la representación. Como dijera Giulini, muchas de las cosas que hoy son naturales y corrientes, como las antedichas, costaron a Toscanini sangrientas batallas. Pero no es cierto que el gran director detestara hacer música con solistas. Lo que le fastidiaban eranlos malos solistas. Cuenta Rubinstein que en el primer ensayo juntos (Tercer Concierto de Beethoven) anduvo cada quien por su lado, como si colisionaran el romántico pianista y el clásico director. Terminaron. Toscanini giró su cabeza y le preguntó al gran Rubinstein:”¿piensa tocarlo así?”. El pianista asintió. “Da capo” ordenó el director. Que esta vez lo siguió a Rubinstein hasta en el último de los detalles, respetando a rajatabla sus giros expresivos. La versión, mezcla de libertad y rigor es una de las más bellas que se conocen...
Leonard Bernstein era lo que podía considerarse un demócrata de la batuta, pero no tuvo reparos en hablar a la audiencia antes de un concierto con Glenn Gould (Primero de Brahms), expresando su desacuerdo con la visión del solista pero respetando su decisión de presentar su punto de vista, con su permiso, eso sí...
La era de los autócratas de la batuta ha desaparecido y con ella la era de los grandes directores individuales, diferentes entre ellos, distinguibles. Hoy hay menos ensayos y más rutina. La autocracia nada tenía que ver con buenos o malos modales, aunque escuchando ensayos de Szell, Reiner, von Karajan, Klemperer, Furtwängler o Toscanini haya "episodios", siempre de cara a lograr la idealidad de lo perfecto, nunca para humillar al músico de orquesta. Eso sí, los hubo más pacientes (Walter, Fricsay) y menos pacientes. Pero siempre entre colegas. No olvide el lector que el director presentado como el más intemperante (Toscanini), cuando ensayaba con la BBC,la Philharmonia o la Filarmónica de Viena, estaba tan feliz por la calidad de la música que escuchaba que, virtualmente, no interrumpía.
Finalmente, hay idiomas que retrataron semánticamente en forma muy feliz las sutiles diferencias de carácter y de prestigio entre las batutas. En Alemania hubo el “Kapellmeister” (maestro de capilla), que consensuaba; y el “Dirigent” que se imponía. En tiempos de Toscanini se hablaba de él simplemente como “El Maestro”. Desde entonces, cuando se alude al director, suele hablarse de maestro. Los suaves franceses, tan descriptivos que a los trenes llaman “camino de hierro” (que es lo mismo, aunque no lo parezca, que “ferrocarril”) denominan al director “chef d’orchestre”, asignándole como Dios manda, la estatura de jefe. Para los ingleses, es el conductor. Y para los italianos, el director.
No podríamos negar que la autocracia de la batuta le hizo bien a la música. Pero, para evitar asociaciones imprudentes con otras actividades del hombre, hacemos nuestra la frase de un gran director:”En la vida, democracia; en el arte, aristocracia”.

sábado, diciembre 13, 2008

Julio Palacio

El día 12 de diciembre de 2008 falleció en Buenos Aires el Lic. Julio Palacio. Aún en un casi frecuente disenso, respetamos en él a quien consagró toda su vida a la música clásica.

Descanse en paz.

viernes, diciembre 05, 2008

Actualidad

Parece ser, para decirlo claro y sin sacarle el trasero a la jeringa, que hemos comido gato por liebre. Eso, tratándose de la Argentina, es casi normal.
La original Orquesta Sinfónica de Berlin, que tocó en el país recientemente, se terminó en 2004. Según aparece en Wikipedia, se transformó en la Konzerthaus Orchester. Pero parece que quedó vacante el nombre de Orquesta Sinfónica de Berlin. Aquí aparece el así llamado maestro argentino Jorge Uliarte que es oriundo de La Rioja y que se presenta como un ex niño prodigio. Este hombre se respalda en vinculaciones con las finanzas. Uliarte adoptó la ciudadanía austríaca (su esposa es de ese origen).
Esto del mundo de las finanzas permitió armar una orquesta que tomó el nombre de Orquesta Sinfónica de Berlin. Esta es una orquesta peregrina y no de un sitio estable, según se dice. La orquesta parece haber nombrado a Uliarte director musical por unanimidad. Aquí tiene muy buenos sponsors y es por eso que la así llamada Orquesta Sinfónica de Berlin se ha hecho habitué de la Argentina (Festival de Usuahia, concierto de la municipalidad de San Isidro en el hipódromo, Festival de cine de Mar del Plata, concierto público en el Obelisco, etc).
El "maestro" dirige realmente mal. Es muy curioso ver a los profesores de la orquesta sonreir durante varios pasajes de una obra en los que el "maestro” marca,, al menos, inexactamente. En la obertura de la Flauta Mágica dió un levare exactamente al revés delo que debe ser, por ejemplo.
Dicen que hay varios sitios de Internet en los cuales se está hablando de este bochorno.
¿Alguno de nuestros lectores puede aportar más datos?

3 Pianistas - Grainger · Riesler · Grünfeld

De Oceanía con talento
PERCY GRAINGER (1862-1961), australiano respetado y amado por dos o tres generaciones de melómanos, es más recordado hoy por sus triviales composiciones que por la mayoría de los muchos discos y rollos que hizo. Tomó lecciones con Pabst, Kwast y Busoni; ya a los 18 años realizaba giras de conciertos por Inglaterra, Sudáfrica y su natal Australia. Parafraseando a Slominsky, “la filosofía de vida y arte de GRAINGER apela a la más amplia comunión de gentes y opiniones; su profundo estudio de la música folklórica subraya la estructura melódica y rítmica de su propia música; hizo un esfuerzo concreto para recrear en la música el libre fluir de los cantos de la gente; en forma modesta fue un pionero en la música electrónica; ya en 1937 escribió su cuarteto para instrumentos electrónicos, anotando la tonalidad en curvas y zigzags...”
Fundó un museo en 1935 en Melbourne, en el que se guardan todos sus escritos, manuscritos y recuerdos. El colmo de su inmodesto delirio le llevó a disponer que, después de muerto, el esqueleto de su cuerpo (removida la carne y órganos) fuese a parar a dicho museo, lo cual fue rechazado (yace en una fosa tradicional). Fue todo un personaje. Muchos de sus colegas y críticos se sonreían al hablar de él, pues proclamaba hábitos personales muy llamativos, comenzando (hace mucho tiempo esto era una novedad... ) por ser vegetariano. GRAINGER fue tan individualista en su generación como GLENN GOULD posteriormente. Amigo de Grieg y admirado por éste, hizo un “caballito de batalla” de sus interpretaciones del Concierto enLa menor. Las obras para piano de este autor que dejara en discos quizás son solamente superadas por las de Gieseking o Joyce. El Concierto en La menor que grabara en rollos se utilizaba en su ausencia en grandes salas para ser acompañado por orquestas y directores diversos, como era uso y costumbre en la era de los pianos mecánicos. Su grabación en estudio de la misma obra es buenísima. Su estilo en otros autores es siempre demasiado personal y errático (Schumann, Chopin) aunque los Estudios Sinfónicos son soberbios. Por personalidad, merece conocerse algo más a este pianista. Pero no da, en modo alguno, el cuadro de un pianista de esos que entran en la historia en forma indeleble.


Un precursor
EDUARD RISLER (1873-1929), nacido en Alemania y formado en Francia (también estudió a Beethoven junto a D’Albert), no tiene la mayoría de las características de los pianistas franceses, acaso por la influencia de sus estudios con Liszt y Stavenhagen. Después de todo, las influencias catalanas y vascas de Casadesus y Nat (respectivamente), la formación alemana de un Gieseking (francés por el accidente geográfico de su nacimiento) y Cortot (suizo) ratifican el yerro de quienes proclaman a estos pianistas como franceses ... Su amor por Wagner le llevó a ser director escenógrafo en el santuario de Bayreuth y hasta redujo para dos pianos la partitura de Los Maestros Cantores, que solía ejecutar a menudo con su amigo Cortot. Ya en 1906 tocaba el ciclo completo de Sonatas de Beethoven, asombrando al público por su rango sonoro de inusual variedad. Lástima, teniendo en cuenta estas características de su pianismo, que no nos haya quedado en discos su versión de “Till Eulenspiegel”, la que debió haber sido toda una experiencia. Lo que ha quedado grabado de RISLER es exasperantemente breve: un solo movimiento de la Sonata No. 18 y el Segundo Movimiento del Concierto Op. 58 de Beethoven (haciendo RISLER las partes de piano y la orquesta en arreglo) nos presentan (en discos) a un artista delicado, sensible, con un sonido del tipo del de Gieseking en el pianissimo y una articulación tan clara que puede saborearse a pesar de la deficiencia de las tomas. Cosa curiosa, pues son de 1917, fecha en que otros pianistas ya contaban con mejores técnicas de grabación. La Rapsodia Húngara No. 11 de Liszt es poderosa, aunque de las versiones de aquellos tiempos preferimos a PUGNO. Para muchos, fue RISLER el primer pianista en ejecutar el integral de Chopin, lauro que algunos agentes de conciertos le concedieron a Brailowsky. Entre sus alumnos citaré a Jacques Fevrier, Pierre Luboschutz (recordado por el dúo junto a Genia Nemenoff) y Marcel Gaveau. Si el segundo de ellos actuó casi solamente como duettista, los otros dos no parecen haber recogido el manto de una forma de tocar el piano que fue muy particular, en especial por su hondo sentido descriptivo. Los discos de RISLER con miniaturas clavecinísticas de Rameu, Dacquin o Couperin, parecen sólo emulados por Marcelle Meyer y una de las Danzas de Granados recibe una traducción españolísima ... Los músicos no están exentos de hábitos gastronómicos muy peculiares: ¡Percy Grainger era un delgado vegetariano y RISLER murió antes de cumplir los 60 años por gula!


Gran Música en Pequeñas Formas
ALFRED GRÜNFELD (1852-1924) nació en Praga y tuvo el honor de tener amistad con Brahms. Lamentablemente, la vasta cantidad de discos que grabara contiene naderías musicales o transcripciones intrascendentes y obras propias casi sin valor musical. GRÜNFELD ya grababa para Emil Berliner en 1899 y en pocos años hizo más de 120 títulos. De todas formas, sus transcripciones con música de Schubert carecen del supremo buen gusto, refinamiento y posibilidades instrumentales que tienen las de Liszt o Von Dohnanyi y nunca excedió GRÜNFELD la categoría de (excelente) pianista de salón, lo cual había asumido con tal nobleza y no pretendiendo evadir jamás esta condición a la que muchos aludían peyorativamente. En estos días en que nos someten a escuchar a “pianistas de salón”, porque en aquellos recintos lo básico era el buen gusto, del cual los pianidactilógrafos actuales en general carecen. Además de sus transcripciones, escribió una opereta en 1903 y una ópera cómica en 1907, hoy fuera de repertorio. Acaso las mismas hayan tenido el sabor vienés que tanto cautivaba a su autor. ¿Aquellos que realizan enésimas grabaciones de operetas de Strauss y Léhar: podrían llevarlas a discos? De sus discos, las transcripciones de Strauss son muy sencillas en la escritura y carecen acaso del gran virtuosismo que poseen las de Rosenthal, Godowsky o Schulz-Evler. Pero, tocadas por el propio GRÜNFELD, son joyas de archivo.

Fino, capaz, versátil, olvidado....


ANDRÉ CLUYTENS (1905-1967) nació en Amberes y ha sido posiblemente el más importante director belga del siglo pasado. A los 16 era ya director asistente de su padre, titular del Teatro Real en su ciudad natal. Pasó a su vez a ser titular seis años después. En 1932 se mudó a Francia donde dirigió en los importantes centros musicales de la época y recibió (optó por) la ciudadanía francesa. En la posguerra tuvo tres nombramientos importantes: titular de la Opera, luego de la Opera Cómica y finalmente sucesor de Munch en la Orquesta del Conservatorio. Simultáneamente, en su país natal, dirigía la Orquesta Nacional Belga. Pasó luego a la Orquesta Nacional de Radio Francia y a dirigir la Sinfónica de Viena. Cuando la Filarmónica de Viena hizo su gira por EEUU en 1956, CLUYTENS compartió el podio con el insigne Carl Schuricht. En 1955 fue el primer director francés en dirigir en Bayreuth, sustituyendo al enfermo Jochum. Hasta 1958 condujo títulos wagnerianos en ese teatro (su registro en vivo de Meistersinger es memorable). Obviamente, frecuentó y condujo todo el repertorio francés, pero paradójicamente era reconocido muy en especial por su integral de sinfonías de Beethoven, que grabara con la Filarmónica de Berlín.

Su discografía extensa materializada en la Segunda Guerra Mundial se agigantó luego con el advenimiento del vinilo. Tiene dimensiones extraordinarias y calidad bastante pareja. Era una batuta directa, sin rodeos, cultivando las texturas y los colores como buen galo pero a la vez manteniendo una disciplina estilística habitualmente asociada a los germanos.
PUNTOS SALIENTES DE SU DISCOGRAFIA:Beethoven, las 9 sinfonias;
Ravel y Debussy, integral de obras orquestales;
Shostakowitsch, los 2 conciertos para piano (con el autor) y registros como acompañante, entre otros, de Gilels, Long, Solomon, Boukoff etc.