martes, octubre 13, 2009

Carnegie Hall, 1976


1976, Carnegie Hall, concierto benéfico. Participaron los artistas que se leen en el programa autografiado y se editó la grabación del magno momento.

viernes, octubre 09, 2009





De izq. a der.: Vladimir Horowitz, no identif., Nathan Milstein, Alexander Glazunov.



Rara foto de 1925 de un concierto en el que los dos jóvenes tocaron bajo la batuta del compositor.

jueves, octubre 08, 2009

Experiencia explicable, reticencia inexplicable






Recital de piano

D. Scarlatti, 3 sonatas
Mendelssohn, Variaciones serias
Liszt, Rapsodias húngaras 5&12
Schumann, Kreisleriana
Schulz Evler, Arabescos sobre el Danubio Azul
ELSA PUPPULO
Para el Festival Chopiniana,
5 de octubre de 2009 en el Palacio Paz

Las espaciadas presencias de esta artista suelen concitar gran interés. Es una intérprete muy calificada, con señas personales (musicales) bien definidas. Tiene una gran experiencia y esto es explicable, tras más de medio siglo de carrera. Un mecanismo eficiente que no parece haber sufrido mermas sensibles a través del tiempo. Lo que se llama “una mano fácil”, es decir, destreza no exenta de cierta facilidad natural combinada con miles de horas de estudio y perfeccionamiento. Sólida formación estilística que le permite tener un repertorio ecléctico y variado, en el cual -empero- están ausentes dos de las rocas más difíciles de portar, Mozart y Schubert, y el impresionismo. Y muy buena memoria, aunque –en ocasiones muy infrecuentes- la memoria emocional le haya jugado alguna mala pasada. Lo que, usualmente, suele sucederle a los intérpretes hipersensibles. Además, por la reticencia inexplicable de quienes organizan eventos musicales, como Puppulo toca muy pocos recitales (aquí, un aplauso para Chopiniana), cada año que pasa acrecienta su repertorio. Por ejemplo, las Rapsodias tocadas en la ocasión las entregó por vez primera en su carrera.
En general, es respetuosa de los textos y cuando los altera, como lo hace con buen gusto (aunque innecesariamente), está muy alejada de corromperlos.
Puestas negro sobre blanco sus características de intérprete, vamos al recital.
Las chispeantes Sonatas de Scarlatti (¡ya va siendo hora que toque otras!) recibieron ejecuciones de virtuosismo mezcla de Casadesus y Marcelle Meyer, careciendo del sentido de pequeña orquesta con que las abordaba Horowitz.
En las Variaciones de Mendelssohn, mucho mejor tocadas que hace años en el Colón, hubo una reflexión muy especial en los pasajes canónicos, tan importantes en la mejor obra para piano que escribiera el autor del “Sueño de una noche de verano”. Haber tocado los tres últimos compases forte y no piano, como escribiera el compositor, es una costumbre que (al igual que con la Tocata de Schumann) está enraizada en hábitos de los virtuosos del pasado siglo XX.
Puppulo demostró qué tan libres pueden ser las Rapsodias Húngaras de Liszt. La “Heroída elegíaca” (Nº5) es una obra profunda, poética, improvisativa y poco ejecutada, que en la ocasión recibió una traducción noble y nada afectada. La ramplona y ruidosa Nº12 no justifica el genio de su autor. ¡Cuánto mejor habría sido estudiar y tocar “Carnaval de Pesth”, la novena! Aquí se notó que la pianista la tocaba en estreno.
La difícil Kreisleriana (...memoria emocional..., ver arriba) fue presentada con madurez, soberbio manejo de colores, contrastes y acentos y gran fantasía. La pianista, se nota, está bien cerca de Schumann.
Por decenios se ha tocado en piano “El Danubio azul”, en infinitas variantes; pero siempre, como dijera Horowitz, “pour épater le bourgeois”.
El gran mérito de las transcripciones de Grünfeld y Friedman en valses vieneses, es que respetan la melodía básica y, a diferencia de Godowsky, Cziffra o Schulz Evler, no sobrecargan el texto de notas futiles. Mi sugerencia a la pianista (cuya versión no me gustó) es que exteriorice su amor por Viena tocando cualquiera de las Soirées de Liszt.
La comunicación con su audiencia obligó a la pianista a regalar varios bises.
Claudio von Foerster