jueves, junio 03, 2010
Kinderszenen / Escenas Infantiles I
Recital de piano de Natalie Schwamová
25.3.2010 en el Museo Fernández Blanco,
con el auspicio de la Embajada de la República Checa.
Obras de Berkovich, Schubert, Bártok, Chopin, Kabalewsky, Dussek, Haydn, Prokofiev, Benda, J.S.Bach, W.F. Bach, Czerny, Mozart, Smétana y Beethoven
Nota: se sugiere a los organizadores, revisar la redacción de los programas de mano. El del presente recital, es una alocada mezcolanza de idiomas y errores.
Este crítico, tras más de cinco decenios de comentar sobre recitales y conciertos, no se ruboriza (por ser algo casual) afirmando que nunca escuchó a un niño prodigio en su más temprana edad, en persona. Muchos niños prodigio realizaron grandes carreras como intérpretes: Arrau, Cherkassky, Friedman o Gieseking son, entre muchos, prueba de ello. Del chileno existe una grabación hecha a los once años. De Cherkassky, varias que lo documentan en su niñez. De Friedman sabemos que tocaba El Clave Bien Temperado completo a los ocho. Y Gieseking el “Emperador” a los nueve. Argerich tocaba conciertos de Beethoven, Mozart y Schumann a los once, y muy bien por cierto, según lo testimonian registros de época. De Gelber se ha preservado un Tercero de Beethoven junto a Scaramuzza en el Círculo Militar, que demuestra que tocaba mejor a los doce que después. Pero hay de todo. Slencynska fue niña prodigio y muy aburrida pianista de grande. Lo mismo que el risible Malcuzinsky. Ray Lev y Alicia de Larrocha fueron prodigiosas infantas y convencionales pianistas adultas. Pierino Gamba fue un director precoz y muy bueno y, al crecer, fue uno más. Maazel fue un niño prodigio cuyo arte, siendo adulto, roza la ignominia -al menos en nuestro criterio. Solomon tocaba el Primero de Tschaikowsky a los once y llegó a ser de los más grandes de todos los tiempos. Igual que Brailowsky y Rubinstein. Horszowski tocó hasta los 102 años y visitó Buenos Aires a los ocho años dando conciertos. Heifetz, Menuhin y Milstein muestran en sus grabaciones infantiles haber sido milagrosos, mientras que en la adultez marcaron épocas. ¡Qué sabemos sobre la niñez de Stephen Hawkins, sin ir más lejos!
En fin, que hubo de todo. La mayoría de los grandes fueron prodigios a la niñez. Inclusive, a Hofmann llegaron a prohibirle tocar de niño: lo hizo una pretendida y pretenciosa sociedad “contra la explotación de niños”...
Schwamová tiene 10 años, tocó más de 28 obritas intrascendentes (no las que tocan los niños prodigio realmente prodigios) en un recital muy interesante que permitió comprobar su musicalidad, su perlado parejo, su versatilidad y un mecanismo probo para su edad, aunque no tuviera mayores demandas. Supongo que no debiera aplicarse en este caso el consejo de mi amigo y maestro Jorge d’Urbano, en el sentido de hacer crítica abstrayéndose de la edad, estado de salud y otras cosas parecidas. Porque es imposible predecir qué le deparará el destino a la carrera de este interesante proyecto ignorando que escuchamos a una nena en edad de jugar con muñecas. Quizás destaque en el actual mundo de aporreadores de teclados, o en el actual cosmos de estandardización que lleva a todos a tocar igual o parecido, donde el individualismo de los genios de antaño ya no existe. A lo sumo me permitiría aconsejar a los oyentes que hubiesen grabado el recital a guardar la cinta. Para tener algún día futuro un registro histórico o simplemente para guardar un recuerdo de alguien efímero como la luz de gas. Eso sí: hubiese sido deseable algo más de recato del público, que la fotografiaba impunemente como si fuese un alien.
Claudio von Foerster
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