miércoles, enero 21, 2009

Los Directores IV

LOS DIRECTORES
Esta nueva serie que presentamos ofrece más de 120 biografías escuetas de directores famosos. Las conceptualizaciones serán mínimas; y las recomendaciones discográficas puramente a criterio de nuestra redacción y haciendo abstracción de la posibilidad de mencionar grabaciones adicionales. Por esta causa, sugerimos investigar cuidadosamente las discografías de cada director para “descubrir” otros registros.


RUDOLF BARSHAI (1924-¿?) nació en la Unión Soviética y estudió en Moscú y Leningrado. Antes de consagrarse a la batuta se desempeñó con prestigio en el terreno de cámara. En 1955 fundó la célebre Orquesta de Cámara de Moscú, la primera en su género en ese país. Condujo obras originales y arreglos hechos por él mismo de todo el repertorio barroco y clásico, incluyendo sinfonías de Beethoven excepto la 9ª. Sus discos con este conjunto son famosos con justicia. Dirigió otras orquestas de mayores dimensiones. En 1977 emigró a Israel diciendo que era judío soviético pero apolítico. Prosiguió su carrera en dicho país.
Discografía sugerida: los Conciertos brandemburgueses de Bach; colaboraciones con Gilels, Richter y Oistrakh; su propio arreglo de las Visiones fugitivas de Prokofiev.


LEON BARZIN (1900-1999) nació en Bélgica, llegó de niño a los Estados Unidos, cuya ciudadanía recibió en 1924. Estudió el violín con Isaye y fue violista destacado en la Orquesta Filarmónica de New York, siendo dirigido por las mejores batutas de su tiempo. En 1929 pasó a titularizar la American Orchestral Society y en 1939 fue titular de la Sinfónica de Hartford. Presidió una emisora radial, experiencia que, años más tarde, le valió conducir la Sinfónica del Aire, ex NBC de Toscanini.
Discografía sugerida: colaboraciones con Milstein; música de Chabrier..


ARTURO BASILE (1914-1968), siciliano, estudió en Turín. De 1943 en adelante y durante diez años fue titular de la Orquesta de la RTV Italiana, y destacó básicamente como operista. Murió en un accidente automovilístico. Fue prolijo y objetivo.
Discografía sugerida: Cavallería rusticana y Tosca.



ENRIQUE BATIZ (1944) nació en Méjico y estudió piano en la Juilliard y dirección orquestal en Polonia. En 1971 fue nombrado titular de la Sinfónica Nacional de su país natal. Con esa orquesta realizó innumerables giras y grabaciones.
Discografía sugerida: 5ª Sinfonía de Tschaikowsky; música de autores mejicanos.

SERGE BAUDO (1927-¿?) sobrino del famoso Paul Tortellier, nació en Marsella. Estudió con Fourestier y fue versátil ejecutante de percusión y música de cámara, comenzando como timbalero en las orquestas Lamoureux y del Conservatorio bajo batutas tan célebres como Knappertsbusch y Munch. En 1950 dirigió en Paris y con ello prácticamente arrancó su carrera. A La Scala llegó por invitación de von Karajan y, a su vez, Munch lo hizo nombrar director permanente en la Opera de Paris. Amó las orquestas regionales y alentó la formación de muchas de ellas. Su repertorio, si bien ecléctico, recaló fundamentalmente en los franceses.
Discografía sugerida: integral de sinfonías de Honegger.

RUDOLF BAUMGARTNER (1917-2002) nació en Suiza y estudió en Viena con Flesch y Schneiderhan, entre otros. Tocó en varios conjuntos de cámara y fue fundador de la orquesta Festival Strings Lucerne, de infrecuente perfección. En Lucerna presidió por años tanto el Conservatorio como los célebres festivales. El repertorio de la orquesta y de su fundador abarcó desde los barrocos hasta Xenakis.
Discografía sugerida: colaboraciones con Haskil; obras del barroco; Divertimenti de Mozart. Los registros de Purcell, Vivaldi, Corelli et al son un ejemplo de buen gusto.



THOMAS BEECHAM (1879-1961) ha sido, por su ironía, su espléndida musicalidad y su fama vernácula e internacional, el epítome de la batuta británica. Hijo de un acaudalado comerciante de famosas píldoras estomacales, jamás tuvo privaciones ni sufrimientos de crianza, como otros colegas. Nació en Lancashire y fue puesto a estudiar piano precozmente, habiéndose detectado su talento musical. Nunca tuvo una enseñanza formal, casi fue autodidacto que llegó a ser versado en composición y en el dominio de varios instrumentos. Por renegar, siendo adulto, de academias y conservatorios fue acusado de amateur, de diletante aficionado, a pesar de estar bien formado.
Dio su primer concierto a los veinte, dirigiendo su propia orquesta. Su padre fue electo alcalde en St Helens, pueblo natal de Thomas, y para inaugurar la sala de la alcaldía contrató a Hans Richter y la Orquesta Hallé de Manchester. A última hora, Thomas saltó al podio para reemplazar al huésped enfermo y condujo un dificilísimo programa de memoria y sin ensayos. A pesar de haber podido usufructuar los dineros de su padre y sus conexiones en el Covent Garden, Beecham disputó con él y se fue del hogar. Viajó por Europa y recaló en Londres, donde dirigió orquestas y coros y fundó su propio conjunto sinfónico. Reconciliación familiar mediante, debutó en el Covent Garden en 1910. Desde ese momento, utilizando el respaldo financiero de papá Joseph, invitó a la Compañía Diaghilev, a Walter y a Richard Strauss (de cuya música siempre fue abogado), entre otras celebridades. Propulsó la ejecución de obras poco conocidas junto al repertorio tradicional y se dedicó mucho a la ópera. Trabajó incansablemente en la 1ª Guerra Mundial y solo tuvo el paréntesis obligado por una crisis económica en 1920. Viajó por Europa y Norteamérica y puso énfasis en los Festivales Delius.

Negoció sin éxito con la BBC para dirigir su orquesta, que le fuera dada a Boult. Entonces eligió a los mejores instrumentistas y fundó la Orquesta Filarmónica de Londres . La orquesta, con atriles excepcionales (Kell, Goossens et al) debutó en 1933. Hasta 1940, en que Beecham la dejó, fue una de las mejores orquestas europeas. En 1938 fundó un Festival Sibelius (era amigo del compositor) e invitó a las mejores batutas a compartir podio con él en la Filarmónica. En la 2ª Guerra Mundial emigró para dirigir en América y Australia, hasta recalar en Seattle. Volvió a su isla en 1947 y en ese año fundó su mejor orquesta, la Royal Philharmonic. Apareció en todos los festivales importantes, compartió podio con Kempe, escribió su autobiografía y un libro sobre Delius. En 1958, Sudamérica deliró con su arte. Su memoria era fenomenal, a pesar de lo cual tenía frecuentes lapsus en los conciertos; su repertorio, amplísimo, incluía lo esencial del sinfonismo y más de 100 óperas. También arreglaba y dirigía mucha música irrelevante. Sus ensayos eran divertidos, con muchas historias y grandes resultados. Siendo un intuitivo, sabía cómo lograr sus ideales musicales. Su influencia en la música de su país fue capital. Y su amplitud para invitar luminarias, inconmensurable.
Discografía sugerida: Carmen, maravillosa; La flauta mágica, grabada en Alemania, ejemplar; Vida de héroe; las sinfonías Salomón de Haydn; música de compositores ingleses. Indispensable su Scheherezade.


EDUARD VAN BEINUM (1901-1959) nació en Arnhem, Holanda y , en una profesión en general de octogenarios, fue una de las jóvenes pérdidas de la batuta, un genio al igual que Fricsay, Cantelli o Kertesz. Dos vínculos llaman siempre la atención: Ansermet fue titular de la Suisse Romande durante 50 años y Mengelberg de la Orquesta del Concertgebouw igual tiempo. Hoy, esos plazos son inimaginables. Van Beinum, sucesor de este último, estaba destinado a hacer otro tanto. Fue un técnico supremo, un músico refinado y un intérprete singular, al que todavía resta por darle su sitial de oro o platino.
Hasta 1927, estudió viola , la tocó en orquesta y dirigió coros. Ese año debutó como director en Haarlem, Holanda. Ese contrato duró hasta 1931 y le colmó de experiencia. En 1931 pasó a ser asistente en el Concertgebouw y en 1938 director principal director junto a Mengelberg. Cuando éste fue raleado ingratamente de su cargo en 1945, van Beinum pasó a ser titular hasta su muerte, que le sorprendió a raiz de un síncope mientras ensayaba con su orquesta. En 1950 debió retirarse un año por motivos de salud. Viajó en giras con la orquesta, siendo también huésped en Los Angeles y titular de la Orquesta Filarmónica de Londres .
Con esta orquesta grabó muchos discos, aunque el grueso de su imponente legado lo hizo con la Orquesta Concertgebouw. Su personalidad era modesta y trabajaba a destajo en los ensayos. Por mero ejercicio intelectual citaré algunos consejos discográficos, apresurándome en aclarar que no hay versión de obras por él grabadas que no orille la síntesis de perfección y estilo. En efecto, cualquiera de sus discos merece estar en los anaqueles de los más exigentes coleccionistas. Forma parte de los gigantes jóvenes que, de no haber muerto entre 1950 y 1965 habrían perpetuado la gran tradición de la batuta, hoy completamente extinta (junto a Kleiber, Busch, Cantelli y Fricsay, todos desaparecidos en el cenit de sus carreras).
Discografía sugerida: Música náutica de Händel; integral de Sinfonías de Brahms; sinfonías de Schubert y Bruckner; Sinfonía fantástica de Berlioz; La Canción de la Tierra. Esto es lo más representativo, pero toda su producción tiene status de leyenda.

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