Los argentinos solemos protestar por la aguda escasez de programas culturales en televisión. Esta queja suele excluir a los canales de cable, que abordan (con suerte diversa) estas temáticas.
Agradeciendo que aunque sea en cable, medio al que no acceden las mayorías por cuestiones económicas, se pueda ver mucho material de interés surge, empero, una nueva deuda que, tal y como se trabaja en el país (con amiguismo y complacencia) va camino de ser deuda pendiente: el control de calidad.
Así como, verbigracia, El Amante tiene la sagaz vigilancia de Noriega, hemos visto recientemente sendas emisiones de música en Encuentros y en Canal (á) que desde lo artístico dejaron mucho que desear. Suponemos que la presencia y vigilancia de un capaz director artístico vetaría alguna puesta al aire y alentaría otras.
Por ejemplo, las ejecuciones de Juan José Juri en el programa de Victor Hugo Morales fueron mediocrísimas desde lo musical y arbitrarias desde lo estilístico (el Nocturno de Chopin aburridísimo y el Soneto de Petrarca de Liszt irreconocible),pero además tocadas en un hermosísimo Blüthner...¡desafinado!
Palabras mayores, en cambio, para la Séptima de Beethoven ejecutada en la Facultad de Derecho por la Orquesta Juvenil Lib. Gral. San Martín dirigida por Ariel Gehlan, coleccionando una pléyade de errores (horrores) de afinación, desencuentros, mal conteo de pausas y faltas de solfeo que sería interminable relatar, pero que espantarían al oyente menos conocedor (excepción hecha de un timbalero excepcional que debiera ser contratado en una orquesta mejor). Entre partes, Mario Bencekry (titular del organismo) explicaba que algunos jóvenes directores tenían oportunidad de dirigir la orquesta. Supongo que debieran rendir una prueba de suficiencia antes para evitar despropósitos como el comentado. O dirigir en privado, porque los yerros cometidos son, básicamente, la combinación de malos ensayos y músicos que no han estudiado lo suficiente ; o no lo han aprendido, lo que es peor aún.
Si quien escribe fuese director musical de esas dos señales hubiese vetado ambas emisiones en defensa del arte. Así como tampoco hubiese permitido la grotesca presentación de Marcos Munstock en el concierto dirigido por Jorge Rotter frente a la Filarmónica por ATC, solo equiparada por la chabacanería del binomio Valdú-Persic en la transmisión en directo del mismo concierto por Radio Nacional Clásica.
Un poco más de celo no vendría mal.
Buenos Aires, Octubre de 2007
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