martes, noviembre 06, 2007

Para abrir los ojos y la mente ... [Capítulo 3]

Free Image Hosting at www.ImageShack.us LAS CRITICAS DE JORGE D’URBANO
“Un crítico que no opina es un contrasentido”. Esta sencilla sentencia definió el ideario del crítico musical mas sapiente, versado e influyente del siglo XX en Argentina. Muchas de sus notas las agrupó en un libro (MUSICA EN BUENOS AIRES, Ed. Sudamericana), pero decenas más quedaron simplemente en los periodicos de la epoca. Tenemos en nuestros archivos más de seiscientas de esas piezas doradas y publicaremos muchas de esas gemas de valor perenne. Creemos que, como tributo a tan importante personalidad, ha llegado el momento de volver a poner a la consideración pública aquellos trabajos, pruebas incontrovertibles de un estilo sin compromisos que hoy estâ extinguido; y con un bagaje de conocimientos (además de una pluma singular) que pertenecen a una era dorada.

FUERTE COMO UN ROBLE
Crítica escrita ca. 1951
Orquesta Sinfónica del Estado.
Director: Jascha Horenstein.
Solista:
Arturo Rubinstein

El concierto que ayer por la noche ofreció la Sinfónica del Estado bajo la dirección de Jascha Horenstein, fue una magnífica ocasión para conocer una obra también magnífica: la “Sinfonietta” de Leos Janacek. De este compositor, cuya ópera “Jenufa” fue uno de los mejores aciertos de la temporada del Colón del año pasado, podría decirse que en verdad se expresa en una lengua original. He aquí un músico con manifiesto entronque en el folklore bohemio de su país, que no rehuye la directa alusión a la música popular de su raza y que, sin embargo, encuentra una manera de expresión que no solo es personal sino que, por lo que conozco, es totalmente única. Además, su obra, tan directamente apoyada en cuanto pasa por arte tradicional, tiene un sabor y una concepción moderna y renovadora. Es música de nuestro siglo, refleja inquietudes que por completo nos pertenecen, es audaz, fuerte, sana y convincente como un roble o como una cascada. De ambos, tiene la natural certeza de ser cosa viva y permanente. De ambos también tiene el acento épico característico de los fenómenos naturales.

Jascha Horenstein la dirigió con un fervor manifiesto y la presentó con unas líneas que acompañaban el programa, que son toda una declaración de fe y un acto de conciencia. Estoy convencido que no se alcanzó el punto ideal de equilibrio entre las diferentes secciones de la orquesta en lo que se refiere a sonoridad. Primero, porque el mismo instrumental que utiliza Janacek en esta obra hace casi imposible un adecuado balance. Segundo, porque las engañosas reflexiones acústicas de la sala hacen prácticamente inabordable una clara exposición de la línea melódica confiada a los metales. En materia de ejecución, el “pianissimo” de la primera trompeta fue lo que los italianos califican como un “capolavoro”.

Se escucharon nuevamente las “Tres pastorales” de José María Castro, la segunda de ellas con verdadero poder evocativo; y el Concierto para piano y orquesta en si bemol mayor de Brahms, que tuvo a Artur Rubinstein, siempre tan dueño de sí mismo, como solista. Walter Pratesi fue el instrumentista del importante solo de violoncelo y por cierto que lo hizo muy bien.

Jorge D'Urbano
Buenos Aires, 1951


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