Obras de Mozart, Beethoven y Chopin
En el Círculo Militar, 19-Nov-2007
La vida musical de Martha Noguera está signada por múltiples esfuerzos y por una gran honestidad. Ha tocado repetidamente las 32 sonatas de Beethoven, lo que presupone un arduo, largo y casi interminable esfuerzo de estudio y ejecución. Ha abordado varias veces la obra completa de Chopin, titánico esfuerzo que siempre despertó la admiración por los pianistas que lo emprendieron, entre ellos Magaloff, Brailowsky y Risler, tres ímprobos maestros del pasado. Como si lo antedicho fuera poco, varias decenas de obras más componen su repertorio activo sola y con orquesta.
Y como si hiciera el milagro de vivir días de cuarenta horas, es la mentora y organizadora responsable de los anuales Festivales Chopiniana, emprendimientos hechos “a puro pulmón”, que permiten a los auditorios capitalinos ponerse en contacto con pianistas que , a no ser por Chopiniana, probablemente ni tocarían en un país en el que la maravillosa cultura de los recitales (que hasta los años 70 eran como una religión) parece estar en extinción.
Con giras, recitales locales y actividad organizativa, sería muy sencillo que la Señora Noguera tocara “con oficio”, con solamente un repaso de su vasto repertorio y acaso con escasa profundizacion de lo que ejecuta. Simplemente por falta de tiempo. Pero no es así. Hay en cada una de sus ejecuciones dedicación y prolijidad. Podrá coincidirse o discreparse con algunos de sus enfoques, pero jamás dudar de su honestidad interpretativa.
En la oportunidad, escuchamos un Mozart cándido, preciosista y sobriamente estilístico; una “Apassionata” algo contenida, con escasa ebullición pero sin deformaciones fraseológicas ni transgresiones métricas tan frecuentes entre muchos pianistas que creen que para apasionarse hay que deformar o perder el control (Noguera se controla mucho...,a veces demasiado); y un Chopin desparejo, muy bien fraseado en los tiempos lentos y un poco recatado en cuanto al virtuosismo instrumental de los rápidos, con sonido que-a veces- es demasiado pequeño. Pero siempre con honestidad, haciendo gala de: “mejor algo de reserva que nada de histerias”. Lo cual es preferible a un “dictum” inverso.
En suma, una velada gratificante, con algunos reparos poco importantes a cargo de una pianista esforzada y honesta.
Claudio von Foerster
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