“Un crítico que no opina es un contrasentido”. Esta sencilla sentencia definió el ideario del crítico musical mas sapiente, versado e influyente del siglo XX en Argentina. Muchas de sus notas las agrupó en un libro (MUSICA EN BUENOS AIRES, Ed. Sudamericana), pero decenas más quedaron simplemente en los periodicos de la epoca. Tenemos en nuestros archivos más de seiscientas de esas piezas doradas y publicaremos muchas de esas gemas de valor perenne. Creemos que, como tributo a tan importante personalidad, ha llegado el momento de volver a poner a la consideración pública aquellos trabajos, pruebas incontrovertibles de un estilo sin compromisos que hoy está extinguido; y con un bagaje de conocimientos (además de una pluma singular) que pertenecen a una era dorada.
Hans Hotter, barítono y Ferdinand Leitner, piano
Museo de Arte Decorativo, Buenos Aires, 1961
El lunes por la noche el Mozarteum Argentino dio término a la que posiblemente haya sido la mejor temporada de su historia, con un recital de Hans Hotter, acompañado al piano por Ferdinand Leitner, que es posible que haya sido el mejor concierto del año.
La obra elegida fue “El viaje de invierno”, ciclo de veinticuatro canciones que Schubert compuso sobre poemas de Wilhelm Müller. Es el más comprometido de todos los ciclos de lieder, simplemente porque la sucesión de las canciones forma una atmósfera emocional de tan particulares características que el conjunto es más importante que la suma de sus partes. Esto no es posible en matemáticas, pero es posible en arte. Cada una de las canciones de “El viaje de invierno” y todas en conjunto poseen elevado valor musical. Entre ellas hay algunos de los más grandes lieder que ha compuesto un ser humano. Pero su reunión establece una dimensión espiritual nueva que no nace del valor de cada una por separado sino de su conjunción. Por esto, la interpretación de “El viaje de invierno” supone el compromiso más crítico para un cantante de cámara: el lograr mantener la versión en un tono expresivo que constituye la línea general del ciclo, amén de interpretar cada canción como elemento aislado en el más acabado y puro de los estilos. Hotter y Leitner lo consiguieron. Este logro no es frecuente. Es muy raro. Cuando se produce hay que saludarlo como un acontecimiento artístico.
Resulta difícil imaginar un artista, cuya voz y porte encuentran adecuado ambiente en el Wotan wagneriano o en el Gaspar del “Freischutz”, capaz de afrontar el refinamiento y la delicadeza expresiva de Schubert. El problema de muchos cantantes es que tienen poca voz para la parte que desempeñan. El de Hotter es que tiene demasiada voz para “El viaje de invierno”. Es
materia de rendida admiración para este oyente que haya podido reducirla a los límites extremos sin perder en el intento nada de su dominio expresivo ni de su control técnico.
Su enfoque de la obra no es anecdótico. Por encima de los contrastes dramáticos que ella ofrece, destacó siempre el clima espiritual y la continuidad de su particular emoción. Y habiendo renunciaddo a cualquier efecto expresivo que no fuese indispensable para la necesaria comprensión del asunto, la austeridad que puso en juego fue a la vez intensa y convincente. Cuando finalizó el último lied, tan cargado de presagios y pertinaz insistencia, había en la sala una tensión emocional cuya calidad sólo alcanzan los grandes artistas.
Es difícil establecer en qué medida contribuyó Ferdinand Leitner a tan especial resonancia. Creo que fue muy grande. El piano consiguió fundirse literalmente con la voz del artista. No era un acompañamiento, era una simultánea recreación. Y cada una de las sutilezas y matices del cantante encontró el eco justo y equilibrado en el instrumento. Quiero decir que, como pocas veces en mi experiencia, no escuché voz y canto por separado, sino como una sola cosa. En verdad, no se sabía exactamente dónde comenzaba lo uno y lo otro.
Es curioso cómo actuó este concierto en mi ánimo. Cuando salí de la sala estaba seguro de haber escuchado una notable interpretación. Pero, a diferencia de tantas veces, la música siguió madurando dentro de mí y a medida que pasaron las horas fue creciendo mi admiración hasta el punto de comprender que había escuchado algo absolutamente memorable. No tengo reparo en confesarlo. Y sí agradecimiento por quienes consiguieron que me enriqueciera en semejante proporción.
Jorge D'Urbano
Buenos Aires, 1961
Buenos Aires, 1961
[N.de la R. de LaDanseDePuck: este magno concierto que extrajo de la pluma del mejor crítico musical argentino los máximos elogios que acaso haya dispensado en su larga carrera, tuvo lugar en el hermoso Museo Nacional de Arte Decorativo en Buenos Aires. LaDanseDePuck asistió a la conjunción del más grande liederista del siglo XX cantando su especialidad y a un trascendente director de orquesta colaborando desde el piano. Como de costumbre, la desaprensión y negligencia hicieron que la velada no se grabara. Los lectores, por fortuna, pueden obtener varias grabaciones de Hotter en esta obra, siendo especialmente recomendable la que registrara con Michael Raucheisen.]
1 comentario:
la critique, la critique,,
is it really the end of something on Melomaniacos ??
tell me please , on :
coratogia@yahoo.com
pace
ps , i dont read espanol, i cannot follow your news, and i am always 'lost in the blogs', i had a chance to recover your puckdedanse
un abrazzo
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