LEOPOLD AUER no fue solamente un gran violinista y un gran maestro: fue el mentor de una escuela, de una forma y un estilo de tocar el violín, que lleva su nombre. En esta nota y subsiguientes nos ocuparemos de LA ESCUELA AUER.
La mayoría de los grandes violinistas de fines del siglo 19 y primeros del 20 estudiaron con LEOPOLD AUER (1845-1930) nació en Hungría y, aún siendo un distinguido instrumentista, perteneció a la línea de quienes consideraban la enseñanza como algo mandatorio, casi compulsivo. En 1861, habiendo viajado a París y ya famoso, se codeó con Berlioz, Rossini y otros famosos. Fue a Hannover a estudiar con el más famoso de su tiempo, Joachim, íntimo amigo de Brahms y dedicatario de su célebre concierto. Recorrió Europa y Escandinavia dando conciertos a partir de 1864, pero su punto de quiebre fue la ejecución en Londres del Trío Archiduque con Antón Rubinstein y Alfredo Piatti. La recomendación del célebre pianista le sirvió para ser designado sucesor de Wieniawski como Profesor Emérito en el Conservatorio Imperial de San Petersburgo. Allí nació su fama inconmensurable de la cual el mejor testimonio fueron sus alumnos. “Al árbol se lo conoce por sus frutos”.
Puntos salientes de su Discografía:
Datan de 1920, fueron hechos privadamente y dedicados a “mis hijos musicales”. Este regalo personal lo recibieron cinco de ellos: Brown, Elman, Heifetz, Steinway y Zimbalist. De estos breves registros no destinados al público destacan una Danza Húngara de Brahms(impecable)y una Melodía de Tschaikowsky(con fallas de afinación pero homenaje a quien conoció y con quien intimó)
KATHLEEN PARLOW (1890-1963) nació en Canadá y debutó a los 6 en San Francisco tras haber estudiado con un ignoto pariente. Cinco años después marchó a estudiar con el reputado Henry Holmes. Siendo adolescente tocó para la Reina Alexandra y debutó con el Concierto de Beethoven junto a la Sinfónica de Londres, en 1906. Fue a San Petersburgo a estudiar un año, aunque profundamente, con Auer y luego inició su carrera “de madurez” habiendo sido, acaso, la primera violinista de su género. Quedó muy ligada por años a su maestro, a cuyos seminarios de verano asistía. En el estuche de su violín llevaba siempre la foto de Auer, quien se refería a ella como “Elman con faldas”.
Fue quien, por deseo expreso del compositor, tocó el Concierto de Glazunov en el Festival de Ostende.
Ya en 1909 el famoso Fred Gaisberg la hizo grabar sus primeras caras de discos. En ellos, a pesar de su primitivismo sónico, se detectan los rasgos impartidos por Auer, sonido limpio, fraseo elegante y facilidad admirable.
Hasta 1920 viajó por todo el mundo, llegando hasta Oriente. Allí decidió volver a América consagrándose a la enseñanza y apariciones esporádicas. De 1929 a 1936 enseñó en Oakland y a partir de ese año en Toronto (Conservatorio), donde formó un trío con el gran director Ernest MacMillan y la cellista Zara Nelsova.
Puntos salientes de su Discografía:
Los registros de 1909 (Paganini, Halvorsen, Chopin, Bach)
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