jueves, agosto 28, 2008

Un asunto de vigente actualidad
















[de izquierda a derecha: persona no identificada, Goebbels, Strauss, p. no identificada]



Que los tribunales internacionales hayan declarado imprescriptibles los crímenes contra la humanidad motiva a que, de tiempo en tiempo, resurja el tema del nazismo entre 1933 y 1945, aunque paralelamente se prefieran acallar, disimular o silenciar los asesinatos del stalinismo, de Pol Pot, de las únicas bombas atómicas que usó el hombre hasta hoy, del napalm y así siguiendo.

En su momento, después de la rendición alemana, hubo nazis condenados, nazis fugitivos y nazis desnazificados. De esta última categoría se dividieron en dos : por conveniencia y por estricta justicia. Por conveniencia, como los espías, científicos y miembros de la NASA que llevó EE.UU. para trabajar « honorablemente », inclusive brindando protección y rutas de escape a genocidas como Barbie o Mengele, a los que fingían perseguir; al igual que los físicos importados por los soviéticos. Y por estricta justicia, deslindando las responsabilidades de gentes inocentes.

Uno de esos casos fue el del gran director WILHELM FURTWÄNGLER, de quien mucho se ha debatido, hablado y escrito más allá de la música. El director, acusado de colaborar con el nazismo, fue impedido de trabajar a partir de mayo del 45. Afortunadamente, la justicia (aunque penosamente lenta) trabajó con él mejor que con Mengelberg, virtualmente desterrado y condenado al silencio hasta su deceso. Pero, también infortunadamente, Furtwängler recibió la misma sentencia absolutoria que von Karajan, Strauss o Krauss que –a diferencia de aquel- se habían afiliado al partido nazi y puede decirse que consentían al régimen. Inclusive el último de los nombrados denunció a Furtwängler en un asunto doméstico para quedarse con la Filarmónica de Viena.

Furtwängler probó, ayudando a músicos judíos a salvar sus vidas, que no siempre es útil combatir a las tiranías desde el extranjero, sino que, en ocasiones, pueden defenderse ideales humanistas desde adentro. No todos los artistas alemanes que no emigraron eran nazis. Por ejemplo Knappertsbusch : fue raleado por orden directa de Hitler, condenado a trabajar con orquestas de tercera categoría por antipatizar con los nazis. Por eso no fue desnazificado. ¿Qué hicieron y dónde dirigieron de 1933 a 1945 Keilberth, Jochum o Böhm, por ejemplo?

No todos tuvieron remordimientos y se suicidaron como Kabasta. Furtwängler pudo haber dirigido en fábricas ante jerarcas, pudo haber compartido lugares físicos con jerarcas [ver foto], pudo haber sido el eje de la pelea Goebbels-Goering transformada en una contienda Furtwängler-von Karajan, pero nunca miró para el costado ante las atrocidades como Strauss, ni dirigió con un brazalete con la esvástica como Krauss.


[En la foto, de derecha a izquierda: Strauss, Drewes y Goebbels
]

De hecho, uno de los mayores biógrafos de Furtwängler, Curt Riess, judío, fue su abogado defensor en el proceso de desnazificación. Y Simón Goldberg el violinista (y familia) fue uno de los tantos ayudados por Furtwängler, quien en una oportunidad en Budapest dio a conocidos judíos todo su cachet para que pudieran escapar.

La pregunta angular de todo este asunto es: ¿ignoraba Furtwängler las atrocidades y cómo se opuso a ellas? Claramente debe responderse que como no las ignoraba ayudaba a muchos músicos judíos de sus orquestas a escapar para salvar sus vidas. Haber emigrado y gritado desde el exterior hubiese salvado quizás su imagen, pero no esas vidas. ¿Cómo se opuso?: eludiendo cuantas veces podía los actos oficiales (en forma algo naive, días antes de cada cumpleaños de Hitler, se “internaba” pretextando estar enfermo). También colaborando en rutas de escape para otros, como quedara dicho. O abogando en escritos públicos (“Der Fall Hindemith”) a favor de compositores segregados. O negándose a acatar los dictados de proscripciones a compositores judíos.

Se quedó en Alemania porque era su patria, por su orquesta y por su público. Pero la GESTAPO lo vigilaba hacia 1944 y el mismísimo Albert Speer le dijo “Ya que va a dirigir a Suiza, ¿porqué no se queda allí en vez de volver?... hacerlo, junto a su familia, le salvó la vida.

En fin, que su caso queda cada día más claro, al menos para quienes quieran estudiarlo con objetividad histórica. No olvidemos, aunque duela decirlo, que no hay peor ciego que quien no quiere ver...

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