HAYDN, Sonata en re mayor nº24; BRAHMS, 3 piezas opp.117,118 y 119; SCHUMANN, Humoreske op.20 JULIA BOCHOVSKAIA,piano 20 de agosto de 2008, Teatro Gran Rex
Las credenciales de la pianista auguraban, a priori, un recital interesante. Un programa atractivo e infrecuente; y una intérprete, al parecer, capacitada para llevarlo a buen puerto.
Bochovskaia, ucraniana ella, tiene recursos manuales estimables y posibilidades colorísticas seductoras. El asunto, como siempre, es que la combinación de ambas dotes (más buena formación estilística y aplomo ante el público) sea feliz, bien balanceada y atraiga la atención lícitamente y sin demagogia.
Las sonatas de Haydn, más de cinco decenas, encierran un mundo de encanto que muchos entendidos justiprecian como de superior interés que sus pares de Mozart. Lo cierto es que “Papá Haydn” le abrió caminos al genio salzburgués, a Clementi y a Beethoven, todo ello con lenguaje propio. Muchas ilustres damas del piano posaron sus miradas en estas obras y las tocaron con singular calidad e inspiración: Kraus, von Alpenheim, Reisenberg, Bergman y Kyriakou entre ellas. Bochovskaia recorrió esta sonata en Re con pianismo alado, pedales bellísimamente usados y fraseo noble, embelleciendo lo bello. Un modelo.
La Humoreske de Schumann encierra un gran problema, entre otros tantos, que es su memorización, en el que la pianista no tuvo máculas. La obra, relativamente relegada en el repertorio, parece haber sido traducida con mayor autoridad por pianistas rusos o de aquellas tierras. Todos ellos de modo diferente: Horowitz, con la impronta de lo imprevisible; Richter, con la arquitectura claramente expuesta; Ashkenazy, de joven, con elegancia; o Feinberg, supremo e insuperado, con vuelo y síntesis. La pianista ucraniana hizo honor a esos antecesores, salvo por alguna tendencia a enanchar cada pasaje culminante lento y fortísimo (un vicio muy común), como si cada uno fuese conclusivo...
Lo que (por lo escuchado) parece ser completamente ajeno al mundo de esta intérprete es Brahms. Las versiones, desatinadas por donde se las analice, estuvieron plagadas de vicios y lugares comunes. Tiempos soporíferos en la Balada op.118; “ritardandi” inadmisibles en el Intermezzo op.119, como si preparara los pasajes para acertar mecánicamente (lo que esta pianista no necesita, obviamente); y haber confundido el Intermezzo op.117 con una canción de cuna. Muy mal Brahms, por desgracia, como si no estuviese bien entendido.
En suma, en el mismo recital, los extremos se tocaron. Para expresarlo en lenguaje religioso, santificable en Haydn, beatificable en Schumann y excomulgable en Brahms.
Las notas de programa, interesantes, salvo las que aluden a la Humoreske, que nos parecieron paupérrimas.
Claudio von Foerster
1 comentario:
Estimado Sr.
Hoy he descuierto el blog con gran alegria, ya que esta escrito con conocimiento y amor por la musica.
Minombre es Leo Nagy y soy de Mar del Plata.
Desearia comentarle acerca de una pianista ,que, quizas por razones de espacio no nombro, que para mi es una de las mas interesantes interpretes de las sonatas de Haydn que es Virginia Pleasants,de la cual tengo varios discos grabados para Haydn Society.
Excelente el blog y lo incorporare a mi lectura diaria.
Un abrazo
Publicar un comentario