sábado, abril 26, 2008

Con las virtudes de la antigua grecia

DIMITRI MITROPOULOS, Músico por excelencia

Este director nació en Atenas en 1896 y murió en 1960. Su destino lo habían planeado con hábitos monacales, ya que era nieto de un sacerdote y sobrino de un arzobispo. Comenzó sus estudios de piano a los 7 evidenciando grandes talentos y memorizando antes de cumplir 14 una gran cantidad de óperas. Ya siendo adulto, profesional y destacado, su memoria era de leyenda, pues era fotográfica. Para bromear, abría una guía telefónica en cualquier página al azar, la visualizaba unos minutos y luego recitaba en perfecto orden nombres, direcciones y números telefónicos. Se dice que memorizó Wozzeck en solamente seis horas...

Tras estudiar en el Conservatorio de sus ciudad natal, estrenó su ópera Sor Beatriz. Camille Saint Saens integraba el interesado auditorio, se impresionó y le consiguió sendas becas para estudiar con Wilson en Bruselas y con Busoni en Berlín. Fue este último quien le convenció de dedicarse a dirigir. Entre 1921 y 1925 fue asistente de Kleiber en Berlín y luego, a instancias de aquel, titular de la orquesta sinfónica del Conservatorio de Atenas. Hasta 1927 trabajó allí hasta que, en 1930, invitado por la Filarmónica de Berlín, creó un sensacional revuelo dirigiendo desde el piano el 3er. Concierto de Prokofiev, sustituyendo a Egon Petri, enfermo a última hora. Repitió el reto en París, Londres y los Estados Unidos.

Dirigió por entonces en Italia, Inglaterra y la URSS hasta que Koussevitzky le invitara en 1936 a dirigir en Boston. Sucedió a Ormandy en Minneapolis(hay muy buenos discos suyos allí). Fue invitado desde 1947 al 49 a dirigir la Filarmónica de New York compartiendo podio con Stokowski hasta quedar como titular por la renuncia de aquel. En 1946 recibió la ciudadanía norteamericana y en 1960 murió ensayando la 3ra. de Mahler en La Scala de Milán, a edad mediana y en plenitud.

Buenos Aires todavía lo recuerda por su gira (compartida con Bernstein) en 1958. Se habla de su técnica impecable, de sus prodigiosos dones de memoria, de su gestualidad clara y de su temperamento arrollador. Mucho tememos, empero, que se coloquen en segundo plano su musicalidad y cálida expresión, a la altura de los más grandes.

Hitos de su discografía en vivo y en estudio: los poemas sinfónicos de Richard Strauss, las Sinfonías de Mahler, las obras clásicas de Haydn y Mozart, su legendario registro de la 5ª de Shostakowitsch y su legendario Wozzeck de 1951. No obstante, la que antecede es una lista forzosamente abreviada: cualquiera de sus discos es una garantía.

Era tímido, bonachón y retraído. Aspectos de su colosal pianismo, al tiempo que dirigía: al menos dos versiones del 3º de Prokofiev, con la Orq. Robin Hood Dell en estudio y con la Filarmónica de New York en vivo; el 5º Brandemburgués de Bach o el Concierto de Krênek.

Rara vez usaba batuta y bailaba en el podio con la misma intensidad con que dirigía.


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