miércoles, abril 09, 2008

El mejor elogio: Un músico honesto

Toscanini consideraba que la única virtud deseable por un intérprete era lograr la categoría de ser conceptuado como un músico honesto.

Lejos estaba Bruno Schlesinger en 1893, año de su debut como director, en imaginar que elegiría usar su segundo nombre, Walter, como apellido para honrar al cantor de Maestros Cantores de Wagner. Como lejos estaba de imaginar las vicisitudes que habría de pasar en su vida: el exilio primero alemán y luego austríaco, el volver a comenzar a miles de kilómetros de casa, el suicidio de su hija por un tema de amores que le fuera comunicado por una de las hijas de Toscanini y su eterno dilema espiritual entre volver a Europa o morir en el país que lo recibiera en su huída.

Bruno Walter (1876-1972) nació en el seno de una familia humilde en Berlín. Escuchando al legendario von Bülow resolvió ser director. Intimó con Pfitzner y con su numen Mahler, a quien llegó a interpretar como pocos. Debutó como pianista a los 13 ejecutando el arduo Concierto en mi bemol de Moscheles y siguió tocando el piano toda su vida con probidad. A los 17 se estrenó como director en El armero de Lortzing y en 1894, ya en Hamburgo, conoció a Mahler. Luego fue contratado sucesivamente en Breslau, Presburgo, Hungría, Riga y a partir de 1900 en la Staatsoper de Berlín. Su legendaria vinculación con la Sinfonía fantástica data de su primer concierto sinfónico. Se codeó con Muck y Richard Strauss. Ya en aquellos primeros días del siglo pasado dirigía su primera Tetralogía y grababa por primera vez. De su puesto de asistente de Mahler en Viena pasó a Munich, de vuelta a Viena y en gira en los EEUU. Al dirigir Noche transfigurada en Roma en 1923 creó un gran escándalo. Pasó por los principales teatros europeos como director sinfónico y operístico. Como colegas admiraba solamente a Mahler, Toscanini, Furtwängler y Beecham.

Fue expulsado de su patria cuando dirigía en Leipzig estableciéndose en Austria. Volvió a ser expulsado tras la anexión. Tomó la ciudadanía francesa, que le fue revocada en 1940. Decidió establecerse en Los Angeles y recién volvió a Europa en la posguerra.

Tanto en Norteamérica como en Europa dirigió las orquestas más reputadas, y fue grabado en estudio con muchas de ellas y en vivo con casi todas.

Hitos de su discografía: el Concierto Nº 20 de Mozart (tocando y dirigiendo), sus dos ciclos de sinfonías de Beethoven y ambos con las de Brahms, sus versiones operísticas en el Met (entre ellas un legendario Fidelio con Flagstad y Don Giovanni con Pinza), y sus registros de Mahler, además de decenas de tomas en vivo en Holanda, Viena y New York.

De lectura muy instructiva su biografía de Mahler e indispensable su autobiografía “Tema y variaciones”.

Bruno Walter, uno de los directores nacidos en el siglo XIX más escuchados y valorados. Transparente y prolijo, de técnica irreprochable y versatilidad singular. Un músico honesto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bruno Walter, un músico honesto. Palabras de Cicerón: "Los hombres que sean de bien y de valor no han de tener cosa ninguna por útil sino la que fuere buena y honesta"